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miércoles, 8 de agosto de 2007

LAS CIUDADES

Decaimiento de la sociedad urbana durante la Alta Edad Media







Si en los últimos dos siglos del Imperio Romano (Bajo Imperio) las grandes urbes latinas pasaron por una progresiva decadencia que llevó a una acusada ruralización de la sociedad, con la caída del imperio, pocas ciudades importantes quedaron en la Europa occidental. La vida urbana sólo sobrevivió en Italia, e incluso allí fue una sombra del pasado.



Especialmente dura fue la situación de las ciudades en la España cristiana, ya que durante la Alta Edad Media no se favoreció el crecimiento de las ciudades, sino que se dedicaron las mayores energías a la repoblación de las nuevas tierras a medida que progresaba la Reconquista. Por poner un ejemplo, la capital del reino asturleonés -León- no superaría los 1.000 habitantes en el siglo X. Una excepción fue la Córdoba califal que contaba con varios cientos de miles de pobladores.

El renacimiento de la ciudad medieval en los siglos XI y XII



Fue en los siglos XI y XII cuando se produce un fenómeno histórico de vital importancia para la historia europea: el nacimiento o florecimiento de las ciudades, especialmente en Italia y en Flandes, aunque es un fenómeno que se extiende por toda Europa en mayor o menor medida.
Eso sí, se trataba de ciudades todavía muy pequeñas si las comparamos con las actuales, pues pocas rebasaban los veinte mil habitantes. Hacia el año 1300 se contaban con los dedos de la mano las que tenían más de cien mil (Milán, Venecia y Palermo en Italia, y sólo París al norte de los Alpes).
Las dimensiones de la nueva ciudad medieval no iban, sin embargo, parejas con los cambios de mentalidad que trajeron consigo, pues exigían formas de organización radicalmente distintas a las de pueblos y aldeas.

En el siglo XII se inició la construcción de las primeras grandes catedrales góticas, financiadas con la riqueza de las nuevas ciudades y de quienes las visitaban. Hasta entonces, todas las grandes iglesias pertenecían a los monasterios, pero a partir de entonces las catedrales se convirtieron en los más grandes y bellos edificios de cuantos se levantaban. Las de Chartres o Reims en Francia y las Toledo, León, Burgos y Lérida en España, son bellos ejemplos.

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